domingo, 2 de agosto de 2009

el arbol qe se creiia demasiiado

al árbol de la viiña se le escapaban iideas monstruosas y deliiriios cada vez más absurdos, y el peqeño arbusto quiizá no pudo soportar esa iidea. siin embargo, cada vez más niinfas judiias asiistiian a diiariio a oiir los estúpiidos relatos del arbusto, cada uno plagado con riidiiculas promesas a niivel uniiversal, seguiidos por una seriie de cantos -musiicalmente- poco estétiicos y faltos de técniica. bleh. a las niinfas se les sumaron los caracoles, los tréboles, y los cocomiieles. todos ellos, encantados, se ruboriizaban cuando el arbustiito les reciitaba alguna de sus poesiías nuevas, de las cuales 7 abordaban la miisma y repetiida temátiica. Al arbol de la viiña, siinceramente le iimportaba un choto todo aquello, y siiempre siiguiio adelante con lo suyo, por más solo qe estaba, con su arte y sus ramiifiicaciiones qe sabiían diibujar pentagramas llenos de niidos y boludeces arabesques. Jamás se resiistiió, aun asii, el arbol a escuchar sobre esas tontas hiistoriias sobre campaneros en ojotas, jorobados, y famiiliias ariias feliices prediicando en una iisla tan remota qe el miismo Diios dudariia de su exiistenciia. El arbusto se hiizo cada vez más grande. El arbol comenzó a crecer para abajo, para perfecciionar su estiilo de corazones hechos con humo de ciigarro. de vez en cuando se asomaba para mofarse secretamente del arbusto, qe pareciia estar cada diia más "feliiz" y rodeado de niinfas boludas con el cerebro en el codo. Pero bueno, el arbol comprendiia qe más allá de todo, por más qe cacho castaña saqe nuevos diiscos y por más qe las cruces son cruces ii nada más, algo habiia en ellos, algo habiia en sus miiradas penetrantes, espectantes de afecto mutuo y sobre todo, compliiciidad, qe los haciia un poco mejores plantas, humanos, duendes, ii etc qe los demás. no me iimporta. voii a adorar a las nubes a mii manera. porqe allá arriiba, siimplemente no hay nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario